22 de Abril, Día de la Tierra

¡Cómo venden las noticias catastróficas!
Está claro que las cosas se están complicando por momentos. Aunque sospecho que no están así por casualidad, ni por el calentamiento global ni por una “inevitable” crisis financiera global resultado del calentamiento económico; estamos como estamos -creo yo- por el recalentamiento de las neuronas de los Homo Sapiens, que parecen no dar de sí mucho más

Pero no todo está perdido

Afortunadamente tenemos casi a punto la Inteligencia Artificial para salvarnos in extremis, si bien hay que prepararse ante la eventualidad de que esta sea pronto tan inteligente que decida prescindir de sus peligrosos creadores, con los que entraría en conflicto tarde o temprano

Pero tranquilos; la tecnología quizá logre algún día una evacuación a Marte, después de sacrificar algunos cohetes y voluntarios. Otra cosa será la calidad de vida en un planeta sin atmósfera respirable y con temperaturas nocturnas de hasta -130 ºC, entre otros factores, pero entusiastas no faltarán

Por si ya esto fuera poca garantía de supervivencia, nos prometen que la Singularidad tecnológica nos permitirá la huída definitiva, nada menos que de nuestro propio cuerpo, con sus limitaciones biológicas, para convertirnos en semi-cyborgs capaces de sobrevivir en entornos demasiado exigentes para nuestros blandos y frágiles cuerpecitos

Entre tanto, mediante geoingeniería podrían intentar desesperadamente regular un clima que parece tan desmadrado como nuestros grandes líderes políticos y principales banqueros tecnócratas, ya sea mediante oscurecimiento inducido por partículas u otras arriesgadas y fantásticas soluciones

Y por si todo lo demás fallase, se planean futuristas ciudades como Linear City (por poner solo un ejemplo), que promete ser neutral en emisiones de carbono a pesar de erigirse en medio de un caluroso desierto, construirse principalmente a base de hormigón, acero y cristal (un material estupendo para los invernaderos), tener dimensiones gulliverianas y comunicarse mediante trenes tan rápidos como un avión a reacción. Todo muy sostenible, sin duda

Definitivamente, algo no anda bien, pero no tanto con el planeta; diría que el problema es con nuestra salud mental que nos está cegando ante la complicada realidad
Quizá sea la dieta chatarra ultra-procesada, los micro-plásticos, el flúor de la pasta dentífrica, el exceso de estímulos, el estrés, el miedo inducido con las noticias … qué se yo, pero desde luego que algo está pasando
Es imperativo reaccionar, pero no a los problemas equivocados, y sin un pensamiento medianamente claro somos confundidos y guiados con suma facilidad

Otra «bandera de la Tierra»

Quizá por esto algunos valientes movimientos ciudadanos, que rezuman activismo responsable, presentan un fallo fundamental de concepto a pesar de sus buenas intenciones (o esa es mi interpretación)

Plantean una serie de problemas poco discutibles (¡y cualquiera se atreve!) pero la solución que -normalmente- luego proponen es forzar a los gobiernos a actuar en consecuencia. A los mismos gobiernos e instituciones que nos han traído donde estamos, año tras año. Eso sí que es tener fe … o ser unos completos ingenuos

¿Acaso no son los gobiernos parte del problema? O más bien la democracia representativa y su partidocracia, que corrompe a todo aquel que aún llegó limpio.

Una democracia representativa que además cada vez nos representa menos, por cierto

Está bien que de vez en cuando estas organizaciones recuerden mencionar el derecho a la libertad, pero más allá de un concepto abstracto, esta se definiría mediante leyes y hechos concretos. Y lo cierto es que los gobiernos anteponen un supuesto interés común (algo bastante maleable) y el crecimiento económico (una idea absurda) a la libertad y los derechos de los ciudadanos (el caso más extremo sería China). Por supuesto, en algunos casos el interés general ha de prevalecer, pero la cuestión es en qué casos

«Quien cree que el crecimiento económico puede seguir para siempre en un mundo finito, es un loco o un economista«.

Kenneth Boulding

Tal como lo veo, proponer cambios concretos (que saben imposibles de llevar a cabo) sin tratar de cambiar antes los mecanismos que inducen al estado de cosas corrupto -torcido- es un esfuerzo tan inútil como el de Sísifo cargando la piedra una y otra vez montaña arriba; las fuerzas “ocultas” del mercado actúan en contra de las buenas intenciones.
La avaricia, jugando con dados trucados, tiene siempre las de ganar

¿Y si cambiamos los dados?

El autor, flanqueado por sendas banderas de la Tierra

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