¡Toca Madera, que llega el 2024!

En el hemisferio Norte, que abarca un 67 % de la superficie terrestre del mundo, acabamos de traspasar hace unos días el Solsticio de invierno, un punto de inflexión en el calendario a partir del cual las noches empiezan a ser más cortas, pues el sol va recuperando su predominio, aportando más horas de luz y calor

Estas fechas se celebran desde hace siglos con fiestas de abundancia -y excesos-, como hacían los romanos con las saturnales (en honor al dios Saturno) y Sol Invictus (Sol invencible), festividades asimiladas convenientemente por el cristianismo oficial, y que han evolucionado hasta la actual amalgama festiva que todavía llamamos navidad, en el que las distintas partes interesadas promocionan derroche, gula y ludopatía, entre otras cristianas virtudes

Del paganismo bárbaro heredamos la costumbre de adornar un abeto navideño que en su estado natural ya es bello, pero que en su versión popular se ha de recargar de bolas y todo tipo de objetos brillantes y estridentes para ocultar la fealdad habitual de la versión sintética

Entre mis recuerdos de infancia permanece el característico aroma de los abetos, abundantes en mi país de nacimiento. Pero aunque los abetos navideños eran entonces genuinos, ya por entonces lo iluminábamos con velas falsas (pequeñas bombillas de incandescencia) que hacían del árbol una fiesta visual, además de olfativa

El abeto supongo que simbolizaba todo lo que simboliza la madera, siempre cercana a los dioses (el roble fue muy probablemente el primero en ser venerado, por atraer los rayos en las tormentas). Además del verdor y aroma, la madera es un material muy especial: moldeable, aromático, bello, útil y duradero, que crece y se reproduce como ser vivo que es

De madera eran mi trineo y la mayoría de los juguetes que tenían por entonces los niños

La irrupción de los primeros objetos y juguetes fabricados masivamente en plástico sintético (derivados del petróleo) podría considerarse simbólico en cuanto a que sería como la etapa final de la desaparición de lo que considerábamos genuino. Mi trineo tradicional de madera, mucho más que un juguete, quedó atrás como los bosques de abetos de la selva negra y tantos otros recuerdos de una infancia de largos inviernos, nieve y navidades mágicas

Hoy muchas cosas parecen peores. En cuanto a las fiestas navideñas, como no hay abetos para tanta demanda, estos han sido sustituidos por arbolitos de plástico, llegados de Oriente – como los Reyes Magos- pero no en camellos sino en contenedores logísticos, en un flujo de mercancías ininterrumpido, salvo por algún eventual atasco en el Canal de Suez, una pandemia o una guerra. Parece ser que además de empeorar, todo sucede aceleradamente y a escala mayor

No perder de vista el pasado y tratar de aprender las lecciones de este, pues si bien no se repite, parece rimar, nos ayudaría a planificar mejor el futuro

Para 2024 hay grandes expectativas; habría que ver hasta qué punto están fundamentadas. En cualquier caso, el próximo año será, para los chinos, un año del dragón de madera (los otros elementos son fuego, tierra, metal y agua) 

En su astrología el dragón es el único animal mítico y volador (pues la única ave es el gallo, que no vuela), un animal que simboliza el poder, que puede lograr lo que parece imposible: ¿Ponernos de acuerdo para acabar con las guerras, las desigualdades e injusticias sangrantes? Quizá no habría espacio en el cielo para todos los dragones necesarios

En el supuesto de que los astros puedan despejar el camino, no harán el trabajo por todos y cada uno de nosotros. 

Previsiblemente se continuarán sacrificando inocentes en beneficio de una élite sociópata , pero esta es otra historia (ver post Santos Inocentes).

Te deseo lo mejor para este próximo 2024, año chino del dragón 

Pero también pon todo lo posible de tu parte

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