Los países más «avanzados», así como los de economías globalizadas, se han creado una peligrosa dependencia de recursos esenciales como la energía y los fertilizantes.
El riesgo de crisis alimentaria es en buena medida porque los cultivos industriales dependen de estos factores estrechamente relacionados con el gas natural, fuente de ambos, para producir electricidad en centrales de ciclo combinado y fertilizantes nitrogenados a partir de amoniaco, producto intermedio.
Por otra parte, el gasoil, necesario para el funcionamiento de la maquinaria agrícola y para transportar los alimentos, se encarece por la caída de producción del crudo más apto para su transformación en gasoil.
Como el fracking o el petróleo de arenas bituminosas son económicamente poco rentables (amén de sus otros inconvenientes), las soluciones podrían no venir esta vez de aplicar más y mejor tecnología sino en aplicar más sabiduría… agrícola, concretamente.
Y es que a menudo la mejor solución no se encuentra en la sofisticación tecnológica más avanzada, como las pretendidas granjas verticales «del futuro», intensivas en energía y fertilizantes, sino en «tecnología» agrícola fundamentada en un conocimiento de los procesos naturales (lo cual es más difícil de patentar, de ahí el poco interés de las corporaciones en lo verdaderamente orgánico).
Yendo al grano; es muy probable que los países mejor preparados para las crisis que están a la vuelta de la esquina sean los que llevan décadas en crisis inducidas por bloqueos o situaciones políticas extraordinarias.
En el caso de la isla de Cuba, tan cercana al estado Norteamericano de Florida, se tuvieron que reinventar completamente tras la caída de una economía sustentada en buena parte por un turismo elitista extranjero, con una agricultura mecanizada, latifundista y orientada a la exportación de unos pocos productos (tan imprescindibles como el tabaco, ron, café y caña de azúcar) y una población que había perdido los conocimientos y capacidad de producción agrícola tradicional.
Hoy podría decirse que son uno de los países que menos van a notar un desabastecimiento de fertilizantes sintéticos, gasoil o chips, entre otros.
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