Una excusa dañina

Por Alberto Montiel

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El origen de la crisis, en realidad, no tuvo mucho que ver con las hipotecas subprime, ni con ningún “producto basura” parecido. Es solo que la economía incurre en el mismo error que la medicina, que puede llegar a confundir el primer síntoma con la enfermedad. E insistir en el error de planteamiento.

La economía es, más que una ciencia, una excusa.

Algunos economistas aciertan sobre sus pronósticos; no tan a menudo como los hombres del tiempo, pero sí de vez en cuando. La mayoría se limita a justificarlos a posteriori. Pero casi todos ellos se dedican a confundir a los políticos, empresarios y demás ciudadanos sobre los motivos reales de lo que sucede.

Y lo que sucede es: que la Tierra es un sistema cerrado, que aloja una población humana en rápidísimo crecimiento, que consume energía, agua, alimentos,materias primas renovables y no renovables, etc. , extrayéndolas mediante métodos destructivos e intensivos.

Y que dentro de este sistema, la economía real (de bienes materiales y servicios) no puede crecer indefinidamente. Por ello tarde o temprano se alcanzan límites físicos.

Pues bien, esos límites se han alcanzado. Estamos en tiempo de prórroga.

La economía, ante la limitación del crecimiento real, ya no puede permanecer con los pies en el suelo; se ha convertido en un espectro. Ahora la mayor parte del dinero no tiene respaldo de riqueza real de ningún tipo (ni oro, ni bienes inmuebles, ni tierras, ni maquinaria… ) nada, solo papel y tinta, o un registro contable en las entrañas de los ordenadores de los bancos.

Se sobrepasó la borrosa frontera de los límites físicos. Estamos ya en el limbo; camino del infierno, a menos que nos arrepintamos de nuestro ciego apego a las teorías económicas.

Sí, podríamos aún salvarnos si dejáramos de postrarnos ante estos huecos becerros que solo son pretextos para seguir depredando civilizadamente nuestra Tierra, destruyendo también la dignidad de las personas.

No podemos esperar ni un día más para cambiar este estado de cosas. Hay que revertirlo. Hay que moverse, organizarse, unirse, tomar decisiones, comprometerse. Dejar de ser meros observadores, víctimas, asombrados espectadores.

Muchos de nosotros tenemos algo que aportar al necesario cambio; los políticos honestos (que alguno debe haber) tienen que alzar su voz, los escritores, periodistas, profesores, investigadores, profesionales de los medios, empresarios, inversores, pensadores, etc., todos aquellos comprometidos con el progreso, el bien común y la democracia, han de tratar de comprender primero que si no cambian las reglas del juego nadie ganará (la economía actual es como el juego de la silla).

Por supuesto, ni todo el mundo va a comprender la situación, ni se va a comprometer de alguna forma; pero los cambios (los positivos) siempre los ha decidido una minoría influyente, sensible ante las necesidades de mejorar las cosas.

Hemos de pensar en todos nosotros, pero también tenemos una responsabilidad para con las generaciones futuras y para con la biodiversidad.

Es ya una cuestión de principios eticos. Somos Seres Humanos, quizá la forma de vida más compleja y con mayor autoconciencia, y muchos sentimos dentro nuestro el deber de hacer lo que creemos que es correcto: colaborar en proteger la Vida y la Humanidad. Y la economía no tiene respuestas para ello.

La Crisis era evitable, y ahora no tenemos que resignarnos a sufrirla más.

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