El problema no es la escasez energética.

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Mr. Burns, satisfecho por el desaforado consumo energético.

Ya se reconoce ampliamente que el consumo alegre de energía fósil tiene los dias contados, así como que el impacto ambiental-climático que provoca está siendo y será más dramático que lo imaginado tan sólo hace una década.
Se proponen soluciones parche a la inminente crisis energética que aunque tuvieran éxito técnicamente, no cambiarían lo esencial de la situación.

Soluciones chapuceras, antieconómicas, irrealizables o simplemente inútiles (o peor aún, extremadamente peligrosas, como la fusión nuclear), como son las propuestas de enterrar el CO2 en minas de sal o capas geológicas, de construir más reactores nucleares, presas hidráulicas gigantescas, llenar los desiertos de placas solares y las costas de aerogeneradores off shore, etc.

Quizá la más absurda de todas sea pretender convencer a los países propietarios de las mayores reservas petrolíferas de que lo deben vender a buen precio y al ritmo exigido

Con estas propuestas y planteamientos nos ocultaran la cruda realidad durante unos pocos años más, permitiendo a las grandes fortunas amasar aún más dinero gestionando un bien escaso y supuestamente tan vital como es la energía. Todas estas «soluciones» tratan en última instancia de mantener el crecimiento económico.
¿Sueño o pesadilla?

Nos quieren hacer creer que el principal problema es el déficit energético o el abuso de las energías fósiles, pero imaginemos – aunque sea mucho imaginar – que dispusiéramos de una fuente de energía renovable abundante y constante, homogéneamente repartida entre todos los continentes y regiones, accesible y utilizable de forma muy económica, que pudiera acumularse y condensarse fácilmente para emplearla en transporte, y que además su transformación y uso no produjera en absoluto ningún impacto ambiental ¿no sería acaso la panacea?

Me temo que si no controlamos nuestras ansias de crecimiento y «desarrollo» económico podría ser motivo del mayor caos imaginable.

La panacea se tornaría en verdadera tragedia:

Acelerada desaparición de espacios vírgenes, la brutal presión demográfica sobre el resto de especies – hasta llegar a quedarnos casi sólo con los animales de granjas, piscifactorías, zoos y mascotas – y la lucha despiadada por los recursos materiales, incluyendo agua y tierras fértiles.

Antes de llegar a esta situación probablemente el caos de los ecosistemas podría producir un colapso del equilibrio inter-especies, dramático pues se extenderían plagas y enfermedades transmitidas por ellas, impulsadas aún más por el calentamiento global.

Pero parece que olvidáramos que el crecimiento económico precisa no sólo energía. Precisa además todo tipo de materias: minerales básicos en alta tecnología (aviones, ordenadores, etc.), maderas, alimentos, agua, rocas para fabricar cemento o cristal p.e.

El crecimiento también precisa petróleo como materia prima, para asfalto, plásticos, fertilizantes, etc.

Y necesita espacio: polígonos industriales, carreteras, puertos, urbanizaciones, tierras de cultivo, fábricas, etc.

Y necesita personas que consuman todo tipo de productos.

Y transportar toneladas de mercancías.

Y ejércitos para acceder a las materias primas estratégicas para la industria (cobre, aluminio, cobalto, etc.),  Y para acceder al agua y las tierras de cultivo (en algunos años).

Creo que disponer de todo esto es más complicado y produce consecuencias mas graves que disponer de energía abundante.

Imaginemos, además, que al quedar liberado todo el petróleo para uso como materia prima la industria química podría desarrollarse aún más ampliamente, distribuyendo por todo el planeta miles de productos químicos sintéticos nuevos y de efectos desconocidos, probables tóxicos, carcinógenos o disruptores endocrinos.

A la vez, los fertilizantes sintéticos, derivados del petróleo, permiten añadir a corto plazo nuevas tierras de cultivo para alimentar a una mayor población (de entrada no suena mal pero la superpoblación crea problemas que la energía abundante no resuelve).

Consideremos el impacto cultural y psicológico de un desarrollo económico llevado al extremo; el acoso publicitario y mediático para influir sobre los hábitos de consumo y comportamiento de la población , la globalización llevada a sus últimas consecuencias en la aniquilación de la diversidad cultural, la exigencia de competitividad que no tendría fin para los trabajadores de todo el orbe, la pérdida de todos los roles salvo el de trabajador y consumidor, la exclusión del mercado de trabajo super-competitivo -tecnificado y automatizado- de la mayor parte de la población, que empujaría al resto a una triste supervivencia mediante una mínima prestación social, a la delincuencia o a la drogadicción.

Consideremos también la depauperación democrática por la presión del poder financiero que controla los mercados de materias primas. La energía abundante y barata propicia todo ello.

Imaginemos los impactos en el transporte y en el sector primario, favorecido por una energía barata, inagotable y de nulo impacto ambiental.

Mares y océanos surcados por gigantescos mercantes que mueven todo tipo de mercancías de lo más variada, a veces totalmente superfllua y lujosa, de unos continentes a otros.

La agricultura se industrializa hasta límites insospechados, reduciendo a la miseria a los excluidos del mercado. No quedan tierras ni granjas para los agricultores independientes.

Los campos se automatizan al límite de las posibilidades con maquinaria pesada y cara. El gran capital se hace dueño de toda la cadena de producción.

Apenas es necesaria mano de obra ni en el campo y poco a poco tampoco en la industria. Crece en cambio un super-sector terciario dedicado a vender todo lo que las máquinas producen. Y un sector del ocio-turismo para distraer a las clases mas pudientes y ocasionalmente a los trabajadores medios.

El turismo llevado al límite implicaría la masificación de los lugares mas bellos.

Los climas mas benignos sufrirían competencia entre la producción agrícola y el turismo.
A medida que creciera la población mundial desaparecería la clase media y el turismo popular. El turismo volvería a ser algo exclusivo de la élite.

Otra consecuencia de la disposición de energía libre-gratuita sería el crecimiento demográfico llevado al límite. Los fertilizantes disponibles al quedar el petróleo como materia prima permiten un resurgir de la revolución verde. Alimentos baratos permiten un impulso al crecimiento demográfico.

El transporte barato permite comunicar las zonas más pobladas y las tierras más fértiles. La energía y el comercio darían un primer impulso a la economía dando esperanzas a las personas para crear nuevas familias, comprar casas, endeudarse -de nuevo-, etc. Pero se aceleraría también el agotamiento de los suelos fértiles, las fuentes de agua dulce y en general todos los recursos. También las materias primas estratégicas escasearían.

Las grandes empresas volverían a fusionarse y a concentrar su capital para excluir a la competencia.

Lo que parecía un sueño va convirtiéndose en una pesadilla, o al menos para la gran mayoría.
Pero esto, en buena medida, describe también la herencia de nuestro frenesí petrolero, con el agravante de que contamina mares y atmósfera, además de empujar el clima hacia un cambio brusco de fatales consecuencias.

Por todo ello no puedo considerar que el agotamiento de los recursos de energía fósil sea en el fondo tan mala noticia. Lo que lamento es que se haya llegado a esta situación.

Reconozco la lógica siniestra del asunto, desde luego; que el déficit de energía es un grave problema para la industria y el crecimiento económico, y por tanto para quienes encuentran que la mayor realización vital es «crecer», lo cual básicamente se logra mediante energía y recursos

El petróleo ha supuesto esa energía -abundante y barata- durante al menos 50 años. El gas puede alargar algo, no mucho, la agonía de la producción fósil, pero la suerte está echada: no hay fuentes comparables a la vista, y menos en el corto plazo.

¿Cómo continuarán los poderes financieros explotando a la población?

Pareció, hace unos pocos años, que el auge de las empresas puntocom fue una señal de que la economía se podía desmaterializar. Existe desde luego una industria importante que se basa en la información y el entretenimiento y que tiene un potencial de depender menos de las materias primas y la energía. Pero no es tan inmaterial como puede parecer. Las puntocom precisan redes de comunicación, servidores, ordenadores… y mucha energía.

El consumo es la clave del dominio.

Entiendo que el consumo es lo que ha movido a la gente en las últimas décadas. La industria es una fábrica de sueños (y no sólo la del cine), los automóviles, el turismo, los electrodomésticos, la televisión,… y los bancos, que prestan el dinero necesario para que el motor funcione … ya que ellos prestan dinero a las empresas y le interesa que ganen (¡eso sí es jugar a dos bandas!).

Pero si no hay energía barata y a precios relativamente estables la industria difícilmente puede continuar fabricando sueños para los consumidores. Para ellos es una herramienta vital

Par consumir más alguien ha de producir más. Si a corto plazo no es posible aumentar la producción pueden seguir incrementándose las ganancias a costa de los precios.
Para ello ya dije que las empresas emplean estrategias como las fusiones para dejar fuera del mercado a los más débiles. El mercado queda convertido en un oligopolio con precios secretamente regulados.

Pero los precios altos no incitan a un nivel de consumo creciente… salvo que se manipule la mente de los consumidores ¿Parece demasiada ficción? ¿no conoce a algún buen técnico de marketing?. Y siempre están los bienes de primera necesidad, como la vivienda «digna» , los alimentos y el agua.

Podremos vivir sin teléfono móvil -al principio costaría- pero no sin agua o comida (aunque sea comida basura). Puede parecer a simple vista que este tipo de productos se presta poco a los oligopolios. Las grandes constructoras son de obras públicas, el agua suele ser de gestión municipal o de los gobiernos, y el alimento depende de grande productores. Entonces ¿qué les queda a las empresas medianas y pequeñas?

Lo que está ocurriendo es que la gente sacrifica la calidad y cantidad de los bienes de primera necesidad a cambio de aumentar los prescindibles o de lujo como las comunicaciones, los automóviles o el ocio. La forma de lograrlo es básicamente la presión publicitaria-psicológica: deseo, insatisfacción, etc.
Otra técnica es el endeudamiento, complementaria de la anterior, que es necesaria pero no suficiente. Los créditos al consumo son un buen ejemplo.

Y queda también todo lo demás. Me explico; aunque una vivienda, que es un bien de primera necesidad, la entregue un pequeño promotor o constructor, los materiales con los que se ha realizado, los medios técnicos, el equipamiento, prácticamente todo, es lo bastante sofisticado para que las empresas grandes tengan ventaja en suministrarlo a un buen precio. Y el agua llega a nosotros por medio de grandes obras públicas en gran medida. Y los alimentos se procesan y distribuyen a partir de cada vez un número menor de empresas.

Pero a ello se ha llegado sobre todo por la disponibilidad de energía abundante para transportar mercancías. Sin transporte no hay mercados tan grandes y sin mercados grandes no hay empresas tan grandes. En principio, porque parece ser que muchas empresas en lugar de exportar productos se deslocalizan para adaptarse a su mercado… y a su mano de obra barata. Y esto funciona para infinidad de productos.
Lo cual supondría ahorrar energía en transporte si luego se consumiera localmente, pero también producir mas barato y llegar a un mercado mayor.

Civilización, poder y energía.

Lo cierto es que la energía abundante ha propiciado un crecimiento demográfico excesivo, el cambio climático, la contaminación y la explotación de los ecosistemas, etc. Y sin ella muchas actividades económicas tendrán difícil continuidad.

La energía potencia el comercio y produce desequilibrio económico, pero la causa inicial es la intención humana, puesta de manifiesto en la organización económica y social, política, etc. La energía abundante es una potente herramienta.

No es nuevo en la historia que una minoría controle y someta a la mayoría. Ocurre desde que existen las civilizaciones. Pero anteriormente se sometía sobre todo por la fuerza y el miedo.
Actualmente la masa es culpable de su indolencia, de su individualismo y su sometimiento voluntario a los dictados de la oligarquía económica.

Las armas que emplea esta son de lo mas variado: fomento de la adicción al consumo, creación de una dependencia total del dinero, división del trabajo, sustitución de las religiones tradicionales por el materialismo, etc. Para ello se hace uso hábil de la educación, de la información mediática, del marketing… todo sirve al sagrado propósito de la nueva religión. Esta predica entre otras cosas la superioridad de la ciencia en la interpretación de la realidad, el materialismo como nuevo paraíso terrenal, el crecimiento económico como el camino de la nueva fe.

Civilización y democracia

La democracia es una bonita teoría poco experimentada aún. Según esta teoría, el poder político ha de residir en el pueblo y para ello se le ha de dotar de voz y voto.
Pero por necesidades prácticas se hace todo para el pueblo pero sin el pueblo. ¿quién va a saber mejor lo que necesita el pueblo que los expertos en política?

Por cuestión de agilidad se toman las decisiones sin él, pero pensando en él. Supuestamente, porque el pueblo es algo abstracto. Habla poco y balbuceante, apenas se le entiende. Da mucho trabajo y quebraderos de cabeza, pero es necesario para consumir y producir. El enlace entre el pueblo-masa y la élite es como un matrimonio de conveniencia entre un noble arruinado y una rica heredera pero fea: el pueblo provee de riqueza para la élite y ésta convence al pueblo de que sin ellos el pueblo no sería nada.

No te engañes, quien tiene la mayor parte del dinero y la capacidad de producir es el pueblo, no la élite. Estos son gestores de la riqueza de muchos. Lo que ocurre es que al estar la riqueza concentrada en pocas manos resulta mucho más aparente y manejable.

¿Alguna propuesta sensata?

La democracia, tal como la conocemos debe cambiar mucho. Debe parecerse algo más a un sistema descentralizado y participativo. Las ciudades deben dejar de crecer y empezar a recuperarse el medio rural. La población debería tender al estancamiento del crecimiento vegetativo, para después ir decreciendo suavemente.

La industria debe convertirse en algo muy diferente a lo que es hoy, o quizá desaparecer ¿por qué no?. La ecología y la salud psicológica deberían ser prioridades. Como hoy por hoy esta clase de planteamientos son considerados por muchos como desvaríos, lo cual da una idea de su torcido entendimiento, esto nos lleva a que es necesario ocuparse en serio de la educación de las personas, más que de su formación científica, de lo cual andamos sobrados. Porque no necesitamos tanta ciencia y sí más conciencia.

Una revelación impactante.

Como nos temíamos, no existe la fuente de energía barata y abundante con la que soñábamos hace un rato. Al despertar descubrimos que no lo es ni la nuclear, ni el hidrógeno, ni la solar, ni ninguna otra conocida o por conocer. Pero si bien estamos ya despiertos no estamos lo bastante lúcidos como para reconocer al desarrollo económico sostenido como al verdadero culpable de nuestra situación, por lo que estamos aún en la fase de buscar un sustituto energético (o varios).
Las energías renovables, si bien no son la solución soñada por algunos, son la única fuente de energía que cumple expectativas sensatas, y pueden también ser útiles para el transporte, como es el caso de los bio-combustibes y -quizá un día- de los vehículos eléctricos.

La renovables deberían volver a ocupar el papel de los últimos siglos, antes de la irrupción del carbón. Y aunque por supuesto no pueden sustituir al petróleo en cuanto a abundancia y precio,

¿Para qué necesitamos nada que sustituya al petróleo, visto lo catastrófico de su breve reinado?. Una fuente de energía abundante y barata es nuestra perdición, dada nuestra enfermiza tendencia al crecimiento económico.

Las energías renovables son la solución a nuestro verdadero problema, desde luego. Y si son caras tanto mejor. -¡Qué sacrilegio! –
Por supuesto, NO son la solución para las grandes corporaciones financieras que pretenden continuar exprimiendo la masa de trabajadores-consumidores mediante producción infinita, comercio liberadísimo y consumo desquiciado.
Y por supuesto que no será posible alimentar millones de 4×4 para desplazar a la gente desde sus pareados en los extra-radios a sus lugares de trabajo, compensando su raquítico ego con el tamaño y potencia del vehículo.

Ni será sensato emplear aviones a reacción para llevar a los jóvenes de centro Europa a las discotecas de Ibiza un sábado noche para compensar sus frustraciones cotidianas. Dejemos simplemente que esas funciones psicoterapéuticas las desempeñen los psicólogos en lugar de los fabricantes de automóviles y las agencias de viajes.
Pero además, ¿es eso vital? ¿y es vital circular a 130 km/h o más por las autovías y autopistas? Más bien puede resultar mortal, dado el tráfico intenso.

Propuestas prácticas sobre energía: Generación distribuida, renovables y biomasa.

Las energías renovables no se prestan siempre a la concentración, por lo que lo lógico es aprovecharlas a menor escala y sin excesivo transporte. La generación distribuida de energía supone producirla mediante sistemas a escala menor, cerca de los puntos de consumo, al contrario que las grandes centrales atómicas o las centrales térmicas de carbón, fuel o gas natural. Emplear la energía a menor escala permitiría el aprovechamiento de la fracción térmica en el caso de los ciclos de vapor, o combinar distintas fuentes energéticas, dando como resultado una muy superior eficiencia global y un buen precio, pero no demasiado bueno : )

En cuanto al transporte, se podrían suplir las necesidades básicas de las personas mediante biocombustibles (o combustibles de síntesis solar), pero reconozco que con ellos no será posible satisfacer también la necesidad de fabricantes de automóviles y refinadores de combustibles de continuar enriqueciéndose.

Básicamente se considera la utilidad de los siguientes biocombustibles: el etanol (producido por la fermentación de vegetales ( comúnmente caña de azúcar y maíz ), el biodiesel (a partir de oleaginosas como la semilla de girasol), o el biogás (producido por digestores o fermentadores anaerobios).

Hay varias ideas propuestas por diferentes personas, que vienen a proponer el empleo de microalgas o fitoplancton en general para producir biomasa útil para alimentación y/o combustibles. Últimamente el interés se centra en la producción de biocombustibles (parecería que el hambre de los pobres fuera secundario).

En general se contempla la producción de biocombustibles como un proceso a gran escala, de inversiones millonarias, que requiere de importantes infraestructuras. Todo ello en aras de lograr una «adecuada» rentabilidad financiera… o de dejar fuera del negocio a los potenciales pequeños productores, que podrían ser mayoría. Este planteamiento supone que se entra en competencia por los mismos recursos agrícolas ( tierras fértiles, regadíos, maquinaria e inversión ) que precisa la producción alimentaria, por lo cual los precios sufrirán un alza considerable que excluirá a un sector mayor de la población del alcance de estos recursos. Por otra parte se deberán distribuir regionalmente para su consumo, a la vez que las materias primas (maíz, caña de azúcar, etc) deberán ser transportadas desde sus lugares de origen hasta las grandes centrales transformadoras.

Existe, sin embargo, una segunda vía de aprovechamiento de los biocombustibles. Una vía que considera viable la producción ecológica. Que integra la producción de biocombustibles con los alimentos. Que puede integrar incluso acuicultura y agricultura. Que valora las ventajas de lo pequeño. Que reutiliza todos los residuos orgánicos y no produce inorgánicos. Una vía que no genera CO2, que es eficiente energéticamente y que además redistribuye mejor la riqueza generada.
Esta opción no supone elegir la mejor técnica desde un punto de vista determinado, sino que aprovecha diferentes técnicas relacionándolas entre sí para actuar sinergicamente.

La pequeña ciudad en el campo

El elemento básico que compone dicho sistema es un híbrido entre una granja tradicional y una empresa del futuro.

Como la granja tradicional es pequeña, manejable, de ámbito local, cuenta con los recursos del entorno, emplea tecnología fiable, segura y rentable, aprovecha diversidad de fuentes de recursos materiales y energéticos renovables y respeta los ciclos y ritmos de la naturaleza.

Como la empresa del futuro maneja eficientemente la información y demás recursos, es sumamente eficiente en el uso de la energía, tiene proyección comercial regional, (la multinacional es el futuro de ayer, no de hoy ) no es intensiva en capital financiero pero sí en capital humano cualificado y multidisciplinar (crea empleo de calidad y en cantidad superior a los sectores convencionales en relación a la inversión necesaria).

A esto que trato de definir le llamaré, de momento, Smart Farm (algo así como granja inteligente). La SF podría, por ejemplo, producir microalgas en agua dulce para alimentar, entre otros, una pequeña piscifactoría y producir biogás para generar energía eléctrica y calor para distintos fines, entre otros mantener una temperatura adecuada en el biodigestor o metanizador. Con los residuos celulósicos de otros vegetales también podría producirse etanol. El CO2 podría ser útil para aumentar la producción de las microalgas o de un invernadero.

La pequeña escala favorece el aprovechamiento de los residuos y la relación o producción sinérgica. Para mejorar el aprovechamiento tecnológico se podrían interconectar varias granjas entre sí por medio de una red de biocombustibles hasta una pequeña planta de transformación-refino. De vuelta, las SF recibirían una parte de combustibles útiles y/o una ganancia monetaria. Lo mismo sería aplicable para los residuos de los cuales se puede extraer energía (biogás, etc.) y abono.
Las energías renovables también tendrían un papel destacado en las SF. Aerogeneradores, micro-redes FV, microturbinas de biogás, motores de combustión interna por biodiesel, pequeñas plantas ORC, etc. Podrían interconectarse e inter-relacionarse para mejorar la rentabilidad económica, aumentando su tiempo de funcionamiento y su aprovechamiento.

Por supuesto, se emplearían siempre que fuera posible en modo cogeneración, aprovechando el calor a través de una microred de distribución (distrit-heating). La acumulación sería factible al emplearse para diversas aplicaciones locales, en modo de calor sobre todo. (incluso la energía eólica puede acumularse en forma de calor, parte del cual mejoraría el proceso de fermentación anaeraobia para producir biogas o ¿en el proceso de producción de etanol?)

Las SF se integrarían en redes eléctricas para verter en estas todos sus excedentes.
La producción de alto valor añadido de las SF podrían ser muy dispares, y no sólo biocombustibles: espirulina y otras microalgas o algas, crustáceos, suplementos alimeticios y alimentos medicinales, hongos y setas, semillas, materias primas como bambú o maderas nobles, celulosa vegetal, materias primas biológicas en general que pueden ser transformadas para mejorar el valor añadido. Medicamentos biológicos, tintes naturales, fertilizantes naturales, productos lácteos «avanzados», etc.

La integración en «zonas rurales avanzadas» sería vital. Una SF aislada no tendría las mismas posibilidades salvo si fuera lo suficientemente grande, pero entonces la gestión debería estar repartida para no incurrir en los fallos de gestión centralizada y autoritaria propios de un punto de vista único. Digamos que la teoría del libre mercado sólo funciona si hay verdadero mercado, no oligopolios como es la tendencia actual en muchos mercados, y especialmente los energéticos y de materias primas no renovables.
En estas zonas se pondría en práctica la interconexión energética mediante redes tipo district heating y redes de intercambio y proceso de biocombustibles, además de las redes eléctricas, y una interconexión o intercambio eficaz de productos agrícolas básicos así como el compost, los fertilizantes biológicos, semillas, etc.

Los gestores de las SF determinarian en buena medida los precios de los combustibles refinados y de la energía eléctrica. No precisarían abonos de síntesis ni fitosanitarios químicos. A la vez que evitarían el uso de gasoil, reducirían la necesidad de cualquier combustible para maquinaria agrícola al poner en práctica técnicas de cultivo ecológicas e integradas.

En las própias SF o en su entorno, se podrían adecuar los asentamientos no sólo de la misma «industria verde» sino también de las mismas residencias de sus trabajadores, en caso de no haber núcleos urbanos lo suficientemente cercanos. El transporte para acceder a los puestos de trabajo (por llamarlos de alguna manera ) se minimizaría, y las redes de distribución se simplificarían e integrarian en la mayor medida posible.

En las SF se avanzaría en investigación y desarrollo en áreas como química orgánica, materias primas renovables, bioquímica, ciencias de la alimentación, energías renovables, eficiencia energética, biocombustibles, obtención y gestión del agua, sistemas biológicos de depuración de agua, etc

Pero también producirían un avance en temáticas menos valoradas por el sistema mercantilista actual como puede ser la protección de ecosistemas y bosques, ecología, bioconstrucción, bioclimatismo, aplicación de plantas medicinales y terapias naturales, modelos sociales alternativos y democracia participativa, urbanismo ecológico, etc.

Un aspecto clave diferenciador de las SF y las empresas – y también granjas – actuales es que no existe un objetivo de crecimiento cuantitativo (expansión empresarial) ni de lucro económico, sino de crecimiento cualitativo. Esto puede ser lo más difícil de entender, dada la inmersión cultural monofacética en la que la mayoría nos encontramos. ¿puede alguien hacer poco más que sobrevivir si no tiene ánimo de lucro? se preguntarán. Pero incluso entre los mas grandes empresarios hay pocos a los que no les haya impulsado una pasión diferente a la de amasar dinero. Fabricar barcos o aviones, grandes edificios, crear un gran medio de comunicación, o un imperio del tipo que sea; todo ello en realidad son pasiones, si bien equivocadas desde mi punto de vista.
Por otro lado, millones de personas en todo el mundo, aunque cada vez menos, constatan que es posible ser feliz sin hacerse rico.

Concluyendo…

¿debe la sociedad moderna permitir que el motor económico sea un crecimiento económico sostenido y puramente cuantitativo, guiado caóticamente por las ansias de poder de un exclusivo sector de macroempresas?
Si presumimos de ser homo sapiens, ¿no deberíamos demostrar algo más de inteligencia colectiva y organizarnos para un beneficio global? Parecería, en cambio, que la progresiva concentración de riqueza nos llevara hacia un caos de creciente malestar y miseria. Entre todos defendemos la concentración de poder y riqueza en manos de cada vez mas pocos.

La riqueza material-artificial tiende a repartirse inadecuadamente dado que se presta al pillaje y al control abusivo. La verdadera riqueza, en gran medida cualitativa, es la riqueza de los recursos renovables, de los ecosistemas, de la diversidad biológica y cultural, de la salud y el bienestar, etc, es decir de aquello que no se puede medir tan fácilmente y menos aún se contabiliza en el PIB de los países. La verdadera riqueza debe ser patrimonio común, no de una minoría.

¿estamos a tiempo de salvarnos?

Francamente, no creo que nadie lo sepa. Lo que es casi seguro es que continuando por la senda actual no llegaremos muy lejos. Sin duda existen modelos de sociedad verdaderamente sostenibles, pero no se parecen en nada a lo que hay. Probablemente no puedan mantener a la población actual con una calidad de vida del todo adecuada, aunque sí muchisimo mejor que actualmente para una gran mayoría.

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