Castigo divino

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No me cabe duda de que el trabajo es algo así como un castigo divino. En cambio para algunos empresarios (la mayoría) y para algunos trabajadores (a los que no puedo entender) debería ser considerado objeto de veneración. Estas personas o bien no leyeron el Génesis o son ateos. ¿No condenó Dios a Adán y Eva a ganarse al pan con el sudor de su frente por desoír su advertencia respecto al árbol prohibido?

Lo que necesitamos realmente no son los empleos sino ciertos bienes y servicios, cuidados, protección y un lugar digno donde vivir. Necesitamos también reconocimiento y poder expresar nuestro talento y habilidad haciendo algo útil para la comunidad. Pero todo esto pocas veces tiene relación con el trabajo tal como está concebido hoy para la mayoría.

Algunos eruditos e intelectuales han llamado la atención sobre el verdadero problema del trabajo. Como Jeremy Rifkin en su libro El fin del trabajo; Viviane Forrester en El horror económico o Alicia Misrahi en Adictos a la pereza; cada uno aportó un punto de vista diferente pero demoledor en cuanto al tremendo error social de identificar empleo con trabajo.

A continuación se reproduce un texto de la revista Krisis.org, primera parte de su Manifiesto contra el trabajo. Lectura muy recomendable para quienes creen tener las cosas muy claras. También para todos los demás.

MANIFIESTO CONTRA EL TRABAJO

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